lunes, 28 de abril de 2008

¿Teléfono malogrado?

Ilustración: http://www.fotosearch.es/UNN362/u18204761/


¿Quién repara las líneas maestras que conectan los buenos resultados macroeconómicos del Perú con la caída libre en la aprobación presidencial de los últimos 21 meses del gobierno aprista, y el ránking latinoamericano donde García está muy lejos del tercio superior?

El jueves 24 Alan García hizo madrugar a más de un ministro quizá abrumado por las malas noticias del día anterior. Daba la impresión de haber entrado en pánico, aún cuando en su discurso lo negaba rotundamente.

La consultora Apoyo había difundido los resultados de su última encuesta de abril donde el presidente cayó, en su aprobación, a 26%, dos puntos menos en relación a marzo (28%).

Veinticuatro horas antes ya había comenzado a circular también el ránking americano de la consultora mexicana Mitofsky, donde – de un total de 20 presidentes latinoamericanos- el Jefe de Estado peruano ocupa el puesto 18.

Y eso que la consultora mexicana había utilizado el índice de aprobación de marzo (28%) y no el de abril donde Alan García bajó en dos dígitos. En el ránking de Mitofsky el presidente de mayor aprobación es el colombiano Alvaro Uribe (84%) y el último es el paraguayo, Nicanor Duarte (5%).

Es decir nuestro Jefe de Estado figura a la cola de los desaprobados por los ciudadanos peruanos y a gran distancia del tercio superior presidencial latinoamericano. ¿Qué dirá de esta noticia su ministro de Educación, José Antonio Chang, que tanto le gusta hablar del tercio superior?

Encuestas vs obras

El humor y las poses de García Pérez han variado mucho en las últimas semanas después del shock que sufriera con el tema de la corrupción en el Banco de Materiales. Desde entonces ha afilado mucho más su discurso confrontacional empleando términos como “imbéciles”, “sinvergüenzas”, “botar a patadas”, y terminó esta semana disparando contra el Congreso de la República por el tema de la “renunciabilidad de los congresistas”.

Por eso el jueves último dispuso que se programara en la primera hora de la jornada laboral en Palacio de Gobierno, una ceremonia para presentar públicamente -empleando el poder amplificador de los medios de comunicación- 38 ambulancias, de un total de 200, para Essalud y un paquete de obras y equipamiento en diversos hospitales en el país.

Incluyó en la ceremonia el anuncio de los trabajos en 18 carreteras, a razón de cinco kilómetros asfaltados por día y aseguró que con todas estas obras el Perú tendrá el año 2011 una situación superior a la del 2006, tratando así de diferenciarse del régimen toledista.

Pero a tono con su genio, aprovechó el momento para decir: "Problemas, noticias pequeñas, diferentes, pueden haber pero el buen gobernante y el buen administrador no se deja distraer por esas tonterías, sino que ataca las obras como usted lo está haciendo", dijo el dignatario dirigiéndose al presidente de Essalud, Fernando Barrios, presente en el acto palaciego. “Respondo a las encuestas con obras”, reafirmó.

En realidad la caída en la aprobación presidencial reflejada en los últimos sondeos nacionales ha descuadrado, aparte del Jefe de Estado, a más de un dirigente del partido de gobierno.

¿Mudos o sordos?

Ya el secretario general del APRA, Mauricio Mulder se había referido a los ministros “mudos” que han dejado solo al presidente García y que no lo acompañan para comunicar acerca de sus obras y logros en sus respectivas carteras.

A ese coro se unieron durante la presente semana la ministra de Justicia Rosario Fernández y el presidente del Congreso, Luis Gonzáles Posada. Ambos coincidieron en que al presidente “no hay que dejarlo solo en la tarea de comunicar los logros, pues de este modo se produce un vacío de comunicación que afecta al gobierno”.

Otras voces, como el del ex titular del IRTP, Eduardo Bruce, ex funcionario toledista, aseguró que “como estrategia comunicacional este gobierno tiene muchas fallas, pero el problema de fondo es de gestión”.

En ese aspecto coinciden con el análisis de Juan Paredes Castro, de El Comercio quien manifiesta que “Lo que más afecta a Alan García y al país no son los puntos que él pierde en las encuestas, sino el papel que pierde cada día como jefe de Estado”. Es decir, la gestión del gobierno, su dirección y su articulación con las demandas de la ciudadanía.

Retos siguen vigentes

Y ese es el quid del asunto: ¿Por qué si el crecimiento del país sube como la espuma, las percepciones de los ciudadanos respecto al Jefe de Estado van degradándose en los sondeos?

El descontento, sin duda, se refleja en las encuestas. Pueden ser variables como el repunte de la inflación, el alza persistente de los alimentos de primera necesidad y, por supuesto, los episodios de corrupción en la administración pública.

Puno, por ejemplo, al cierre de esta crónica había comenzado un paro regional de 24 horas por el alza del costo de vida. La actividad en la región sureña había sido paralizada por el bloqueo de carreteras y la suspensión de las clases en los colegios.

Algunos analistas dicen que García sufre en los sondeos por su sobreexposición en los medios. Esa sería en parte la explicación de su baja popularidad. Pero ¿Quién le dice al presidente que no se exponga tanto en actividades que muchas veces lo pueden hacer sus ministros o hasta funcionarios de un rango más inferior?

Sin embargo, otros, como el ministro de Defensa Antero Flores Aráoz, abogan por la inmediata puesta en marcha de una política de comunicación integral y planificada, como si esa fuera la tabla de salvación del gobierno.

El problema es que al presidente García, no sólo la oposición si no algunos miembros de su propio partido, lo han etiquetado como un “neoliberal a ultranza” que ha perdido el horizonte de lo que requiere el país para el futuro.

Y, esta percepción coincide- aunque parezca increíble- con el pensamiento de muchos analistas liberales como Paredes Castro, quien aboga por la “necesidad de marcar la agenda del país (qué queremos ser y hacer por fin) y las señales a futuro (la predictibilidad vital de estos tiempos) que nos permitan saber qué nos espera a la vuelta de la esquina nacional”.

Transparencia gubernamental, lucha frontal contra la pobreza y contra la corrupción en el sector público y privado, mayor presupuesto en salud, educación básica regular, educación universitaria, reforma radical del Estado, mayor énfasis en la regionalización, búsqueda urgente de consenso y apertura del Ejecutivo con las organizaciones productivas y populares, son temas que el gobierno aprista no ha impulsado, para su desgracia, en sus 21 meses de mandato.